Con el verano he tenido el blog un poco abandonado, pero no así la dieta.
Ya han pasado 19 semanas desde que empecé, algo más de cuatro meses, y he perdido casi 34 kilos. Y según las tablas, mi IMC se sitúa ya en sobrepeso, es decir, quedó atrás la malsonante “obesidad”.
Y vaya si se nota. Se nota en muchos aspectos de mi vida que han mejorado: noto que respiro mejor, también duermo mucho mejor, me canso menos, me siento más segura de mí misma, me apetece arreglarme.
Ahora me interesa mucho más la moda que antes, y es que la ropa no está hecha para gordas, está claro. Cuando usas una talla 56, como usaba yo antes de iniciar la dieta, es difícil que nada te quede bien. Cuando estás así y sales a comprarte ropa, para empezar no eliges lo que te sienta bien, porque nada te sienta bien, sino que vas buscando algo que te entre, y te das por satisfecha si vuelves a casa con alguna bolsa. Ahora, cuando entro en una tienda, se abre ante mí un abanico de posibilidades al que no estoy acostumbrada, y es que todo me queda bien y de casi todo lo que me gusta hay de mi talla (ahora uso una 44-46) con lo cual tengo que echar el freno porque me llevaría las tiendas enteras a casa y el bolsillo no da para más.
Por otra parte, he descubierto que la ropa de tallas “normales” es más barata, y no entiendo el porqué. Al fin y al cabo sólo es un trozo más de tela, porque el diseño, patronaje y producción debe tener el mismo coste. Las tiendas “especializadas” en tallas grandes son mucho más caras, y la ropa es mucho más fea, y me parece una gran injusticia que, además de sentirte fea, tengas que verte peor por la ropa que te puedes pones.
Vivimos en una sociedad donde la obesidad es una auténtica epidemia, pero en vez de ver a las personas obesas como las personas enfermas que son, se les castiga, se les transmite el mensaje de que no tienen derecho a sentirse guapas, a verse mejor. ¿Por qué hay que lanzar a la marginalidad a las personas gordas?
Nadie está gordo porque quiera estarlo, yo he estado gorda muchos años y no quería, pero ninguna dieta me funcionó. Sí, tal vez la “culpa” era mía, pero yo soy la misma que era hace un año, la diferencia es que hace un año no había dado con la horma de mi zapato y nada me había funcionado.